Tenemos necesidad de decir claramente que el Único Dios Vivo y Verdadero es la Santísima Trinidad.
Tenemos el deber de dar a conocer su Divino Misterio.
Debemos procurar que todas las almas conozcan su infinita grandeza.
Es necesario hablar de la Santísima Trinidad.
Es lo más necesario de todo para que así las almas crean en el verdadero Dios Trinidad Santísima.
Es un deber por parte de todos los creyentes en Dios Único y Verdadero.
Pero especialmente es un deber gravísimo por parte de los ministros de nuestro Señor Jesucristo.
Es parte de nuestro ministerio sacerdotal.
Si nuestro ministerio sacerdotal deja de actuar en esta maravillosa gracia de predicar al mismo Dios tal cual es a las almas, el sacerdote quedará oprimido, y el enemigo hará estragos en el.
Procuremos, de una manera muy particular los sacerdotes, predicar en todo tiempo, el Misterio de cómo Dios se conoce a Sí Mismo Tal Cual Es, y concibe o engendra, por ello, de Sí Mismo a Su Único Hijo, Igual a Él, Que por Ser Igual a Él, es Persona Divina como Él; y predicar cómo el Amor Mutuo que el Padre y el Hijo Jesucristo Se tienen desde toda la eternidad y para toda la eternidad, en Su Propio Eterno Presente, sin principio ni fin, es también igual a Ellos, y no puede ser menos que Ellos, sino Persona Divina como Ellos, y Un Solo Ser con Ellos, Un Solo Ser Omnipotente y Eterno, Un Solo Dios, el Único Dios Vivo y Verdadero.
Porque Cristo es el Pensamiento, la Idea que el Padre tiene de Sí Mismo, sin principio ni fin, igual al Padre, y porque el Espíritu Santo es el Amor Mutuo que el Padre y el Hijo Se tienen, SON Un Solo Dios, no puede haber otro Dios, es un solo Dios en Tres Divinas Personas, es el Verdadero Dios, Padre Hijo Jesucristo y Espíritu Santo.
No predicar constante, clara y entusiásticamente el Verdadero Misterio de Dios, Que Él Mismo nos ha revelado, es verdaderamente un pecado gravísimo de omisión.