Alma mía, como estés inquieta y nerviosa, nunca te ayudarás ni ayudarás a nadie. Serénate en el Divino Corazón de Jesús.
Alma mía, si, por Amor de Dios, olvidas todo lo malo de tus semejantes y piensas en Nuestra Amadísima Trinidad, viviéndoLa, podrás hacer algo muy bueno para contigo y para con los demás. Pero si no lo haces así, siempre serás un atasco para ti misma y para tus semejantes, y no un atajo o caminito corto para acercar a Cristo a los demás.
Padrecito, Vos representáis a Dios, Que lo conoce todo. Vos Sois Ministro del Altísimo. Vos no juzgará de oídas. Vos recibís la gracia especial del Divino Orden Sacerdotal. Sólo os pondréis de parte del Cordero Inmaculado para enderezar a cada una de vuestras ovejas y corderos hacia la Divina Unión con Él.