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Cuartos Diálogos de Jesús con San Pedro Apóstol, Padre de los Apóstoles

Hijo y Vicario Mío, Pedro Apóstol, Padre de todos los Papas, Padre de todos los Obispos, de todos Mis Ministros, de Todos Mis hijos e hijas.

Tienes el Dulcísimo Deber de ir Conmigo y con el Padre de toda Mi Iglesia: San José. Tú te dejas conducir totalmente por Mi Amadísimo San José. Yo te acompaño siempre. Mis enemigos no pueden disuadirte de cumplir Mi Propio Querer, Que Es El Mismo Querer de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo. Tú no sólo eres Infalible, sino que, por ser Bienaventurado, eres Indefectible. Mis enemigos no pueden jamás separarte de Mi Voz. Yo te dirijo, Yo te acompaño, Pedro, para que tu palabra sea Mi Palabra y tu acción sea Mi Acción.

Te amo, hijo Mío. Dichosos los que te escuchen. Me escuchan a Mí, pues tú, Pedro, no Me puedes jamás en nada desagradar. Te amo, hijo Mío, te amo.

Tú no te haces acompañar de Mis enemigos, sino de Mis Amigos Fieles, pues tú no sigues los caminos de Mis enemigos, sino que a los espíritus malignos los exorcisas, los expulsas, y a los seres humanos enemigos Míos les diriges Mis Palabras para que, convertidos, si quieren aceptar Nuestras Palabras, puedan ir Contigo, y, por lo tanto, Conmigo. Tú no vas con Mis enemigos, a todas las ovejas que aún no son de Nuestro Redil. Tú no te haces ni te puedes hacer enemigo Mío para que te oigan, pues tú reinas Conmigo y eres Mi Amigo para siempre.

Tú sólo quieres que oigan Mi Voz a través de ti, Mi Voz y no la tuya que murió en la Tierra hace tantos años; y, así, si quieren salvarse eternamente, se unan a Mí, Que Soy El Que Soy El Rey Eterno y Universal, El Hijo Único del Padre, Un Solo y Único Dios, El Único Nombre Sublime, con Mi Mismo y Eterno Padre y con Nuestro Mutuo y Eterno Amor, Que Es El Que Es Nuestro Espíritu Santo.

Hemos de ir, por el libérrimo y gratuito Designio Mío y de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, a todas las almas, sean de las creencias que sean, pues los conocimientos que tienen acerca de lo divino son muy cortos y equivocados, no Me conocen, andan engañados por la antigua y mentirosa serpiente, andan a tientas buscando la felicidad sin encontrarla de veras, y las almas que tienen BUENA VOLUNTAD suspiran por la Verdad, por la Verdad Completa, Que Yo Soy.

Vamos, hijo Mío, a estas almas, para sacarlas de sus errores y de los horrores del maligno y traerlas a Mí, a la Eterna Salvación, a Mi Divino Corazón, al Inmaculado Corazón de Mi Santísima Madre, la Siempre Virgen María, Ella Es la Maternidad Divina, la Perpetua Virginidad, la Inmaculada Concepción, la Llena de Gracia, La Plenitud de la Gracia, La Asunción Gloriosa en Cuerpo y Alma, La Corredentora, la Abogada, La Medianera de todas Mis Gracias y Misericordias.

En ningún momento podrás dejar de estarMe anunciando al oído de todos los pueblos, al oído de cada corazón humano, al oído de los niños recién concebidos, a los oídos de sus almas.

Has de anunciarMe a todas las familias, a todos los jefes de las naciones y a sus súbditos; para que, convertidos a Mí, de todo corazón, puedan salvarse eternamente, teniendo Vida Divina, Vida Eterna, la Vida Mía y de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, en participación, evitando así la eterna perdición, la eterna condenación, las penas eternas del infierno.

Todo el mundo ha de saber que tú eres Mío, que no eres un jefe de este mundo, sino Mi Vicario para siempre, eres de Mi Reino Celestial, del Reino que no es de este mundo, sino que eres del Reino que dura para toda la eternidad. Te he hecho pleno de Mis Divinos Poderes Redentores, Santificadores, Salvadores, para limpiar a las almas de todo pecado, librarlas de los espíritus malignos, llenarlas de Mi Divina Gracia, de Mi Propia Vida Divina.

Han de saber todos que tú no Obras por tu cuenta, sino en Mi Propia Persona, Que Es Únicamente Divina, Igual a Mi Padre y al Espíritu Santo: La Segunda Persona de Nuestra Propia Santísima Trinidad.