Mi Amado Pedro:
Muchos de Mis Conventos de Clausura están siendo cerrados. Esto Me produce un grandísimo Dolor, y, sobre todo, las equivocaciones en la Vida Consagrada.
Te aseguro, hijo Mío, que antes de cerrar un Convento, es necesaria la Completa y Consagrada Conversión de sus componentes, para que Yo envíe vocaciones a esos conventos y que no se Me estropeen, pues la causa de la falta de vocaciones es la relajación de costumbres.
Conviértanse, pues, Mis monjes y monjas.
Que Mis Fieles Laicos se apresten a ayudar a Mis desvalidas almas de clausura, a fin de que Mis Obispos no tomen medidas que Yo lamentaría eternamente.
¡Con lo que ha costado a Mis Fieles Hijos e Hijas levantar, a Mi Mayor Honra y Gloria y de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, esos lugares destinados a la parte más importante, que es la Oración Contemplativa de Nuestros Divinos y Eternos Misterios, para que ahora se actúe de forma precipitada en desfavor Mío y de las almas…!