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Diálogos con Nuestro Señor Jesucristo III

PREGUNTA NÚMERO 3

– Señor, ¿por qué, al principio de Tu Iglesia, habían Comunidades Tuyas que Te recibían en la mano?

– Hijos Míos, Yo no desprecio las manos de Mis criaturas. Más aún: Yo le dije a Tomás que metiera su dedo en las Llagas de Mis Manos, y su mano, en la Llaga de Mi Costado.

No se trata de eso.

Lo que importa es que vayáis viendo Mi Paciencia con vosotros, cuánto os amo, permitiendo, a veces, lo que luego vosotros mismos evitáis al daros plenamente cuenta.

Esto sucedió en Mi Iglesia en ciertos lugares. Me recibían con sensibilidad, con amor, sabiendo que era Yo y no era pan.

Y, a medida de que se iban dando cuenta de Mí, conociéndoMe más profundamente, fueron dejando esa práctica, para únicamente ofrecerse a Mi Corazón, para que Yo hiciera en ellos Mi Obra:

Que fuese Yo El Que entrara triunfalmente en sus corazones, sólo a través de la puerta que hemos dispuesto Mi Padre y Yo y Nuestro Espíritu Santo: Vuestra boca.

De ese modo vais viendo, a la vez que Mi Paciencia con vosotros, cómo os voy dando a participar de Mi Ciencia, de Mi Conocimiento; y habiendo llegado a una gran sensibilidad acerca de Mí en Mi Iglesia, Mis enemigos se han encargado de entorpecer, de obscurecer la sensibilidad de muchos hacia Mí, perdiendo muchas veces el respeto, la consideración, la sensibilidad con que deben tratar al Cuerpo del Mismo Dios, al Alma del Mismo Dios, la Sangre y la Divinidad del Mismo y Único Dios Vivo y Verdadero Que Yo Soy, en la Infinita Unidad de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. AMÉN.