Pontífices/presbíteros Adoradores, Reparadores de Cristo Eucaristía
«Mis almas, Ministros Míos:
Habéis recibido de Mí, de Mi Padre, de Nuestro Espíritu Santo, el Don Sublime del Orden Sacerdotal en diferentes grados, desde el primero: el Diaconado.
Ya, por el Diaconado, habéis recibido la elevación sobrenatural de vuestra cabeza, de vuestra mente, pues os marcamos vuestra cabeza y toda vuestra interioridad y vuestra exterioridad con el primer impacto divino de Nuestro Sacramento del Orden Sacerdotal, que os otorga el quedar partidos por medio con un Sello o Carácter Imborrable, Indeleble e Inefable, esencialmente distinto de los Imborrables Sellos del Bautismo y de la Confirmación.
Luego, por la Donación del Presbiterado, se os agranda la Marca Divina, la Brecha Sobrenatural abierta por Nos en vosotros en el Diaconado, aumentando aún más la Divina Potestad y Dulce y Perenne Necesidad y Obligación de ser, estar, pensar, recordar, querer, actuar, gozar y sufrir, vivir y morir en Mi Propia Persona Que Es Únicamente Divina, para Nuestro Perenne y Divino Culto y para enseñanza, dirección y santificación de las almas.
Más tarde, a algunos de vosotros, os hemos querido aumentar la intensidad de la Hondura Divina del Carácter Sacerdotal, plenificándolo para hacerle capaz de transmitir el mismo Sacramento del Orden Sacerdotal a varones bien dispuestos y llamados por Nos al Sacerdocio Capital, Ministerial, Pastoral.
Por fin, Nos, Mi Padre y Yo y Nuestro Espíritu Santo, hemos querido que siempre haya en la Tierra un Sucesor de Nuestro Amadísimo San Pedro Apóstol, Padre de los Apóstoles, al cual le conferimos directamente, no a través de ningún obispo, el Don del Papado, el Cual Es, no sólo Plenitud del Sacramento del Orden Sacerdotal, sino la MÁXIMA PLENITUD del Mismo Sacramento del Orden Sacerdotal.
El Papado otorga a quien libre, consciente, voluntariamente acepta Nuestra Elección, la MÁXIMA HONDURA Y PLENITUD del Mismo Sello o Carácter Divino, Inefable, Imborrable, para toda la eternidad, de este Divino Sacramento.
Quered permanecer fieles al grado del Sacramento del Orden Sacerdotal que por Nuestra Divina Gracia y Divina Misericordia hemos querido Mi Padre y Yo y Nuestro Espíritu Santo, libre y gratuitamente, concederos, para Nuestra Mayor Honra y Gloria y Eterna Salvación de las almas.
Estos dos fines, Nuestra Mayor Honra y Gloria, Nuestro Divino Culto, Que Es enteramente Sobrenatural, y la participación de Nuestra Vida Divina mediante la verdadera y católica Oración y Santos Sacramentos y demás auxilios divinos en beneficio de cada alma y de toda la humanidad, han de estar siempre santamente presentes en vosotros.
Os amamos, hijos Nuestros, os amamos.
No desertéis jamás de Vuestro Divino Sacerdocio Ministerial. Queremos vuestra Eterna Salvación.
No os condenéis para siempre en el infierno.
Salvaos, salvando almas, con los Divinos Poderes que os hemos otorgado con Nuestro Infinito y Eterno Amor.
Corresponded fiel y generosamente a esta Nuestra Eterna y Amorosa Dignación para con vosotros.
AmadNos y enseñad a las almas, a cada Alma, a que Nos amen debidamente.
¡Cuánto lo necesitáis y lo necesitan!
Sed verdaderos y divinos Padres de las almas.
Transmitidles, en participación creciente, Nuestra Propia Vida Divina.
Os amamos.
La designación PARCE, además de su significación acróstica, como más arriba aparece, es el imperativo latino del verbo PARCO, que, como sabréis, significa PERDONAR.
Desde el Presbiterado, practicad con la mayor frecuencia que podáis, la Santa Transmisión del Perdón de los pecados a cada alma, a toda alma, preparándola a la recepción de la Santa Absolución Sacramental.
Ayudadles a hacer una buena confesión y confesaos también vosotros santamente y lo más frecuentemente que podáis.
Os amo, Diáconos y Sacerdotes Míos, os amamos».