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Jesucristo nos habla IV

«Hijos, ¿creéis que Me van los inicuos a quitar Mi Sacrificio? No, en absoluto. Yo lo sigo celebrando ininterrumpidamente y a través de Mi Iglesia del Cielo, Purgatorio y Tierra.

Si los inicuos no Lo celebran, Yo, Sí.

En este sentido, por no celebrarLo ellos, queda abolido para ellos, pero no para Mi Iglesia. Y basta la inocencia de un Ministro o de un fiel para que Yo Me haga Presente tal y como en el Cielo, pues por medio de un Ordenado por Mí, Me hago Presente; y por medio de un fiel católico que Me recibe a través del Ministro Mío, Yo también Me recibo a Mí Mismo en Comunión.

Hay muchos Misterios que vosotros no conocéis.

Os digo que nadie puede vencerMe. Todo estriba en vivir la Fe que os otorgo.

Yo y Mi Madre, con San José, Custodio Nuestro, no abandonamos a Mi Única y Divina Iglesia, Esposa Mía e Hija de Mi Santísima Madre. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Yo doy a Mis Ordenados Ministros la constatación interna, creciente, inefable y divina de Su Ordenación.

Sólo basta, para ello, que hayan venido buscándoMe a Mí en Mis Obispos, para que incluso los posibles ignorantes e incluso maliciosos obispos queden totalmente burlados por Mí, ordenando Yo Mismo y tornando Yo milagrosamente válida la invalidez de ellos, confundiendo así a los sabios y entendidos y no permitiendo defraudar a Mi Esposa la Iglesia, que Es la Católica, ni a sus fieles, a sus bien intencionados hijos.

Yo los ordeno si ellos desean este Sacramento Mío, aunque los demonios trabuquen sus frases rituales.

Yo les doy la vuelta a las equivocadas o maliciosas frases.

No son estereotipadas frases sino que ninguna de las palabras humanas contienen la Infinita Plenitud del Sacramento Mío que desborda, transciende las siempre pobres y ambivalentes palabras humanas.

Yo les doy a esas siempre pequeñas, pobres y mal interpretables palabras Mi verdadera Significación Divina Sacramental.

A Mí no Me vence nadie. Yo Soy el Verdadero Celebrante en todo lo de Mi Santa Iglesia.

Me tenéis y Me habéis tenido muy olvidado, como si vosotros, Mis pobres Ministros, fueseis los más importantes.

¿Cómo voy a consentir Yo, el Omnisciente, el Todopoderoso, que Mi Iglesia se Me desmorone por la mala gestión de Mis pobres criaturas, aunque sean Ministros Míos? No, sino que los verdaderos hijos de Mi Iglesia Santa y Católica no van a Mis Ministros buscándolos a ellos, sino buscándoMe a Mí, y Yo no los defraudo.

Así que ¿van a lograr Mis malos ministros que ellos, los fieles Míos, no reciban de Mí, que Soy el Sumo y Eterno Sacerdote, Mi Gracia, la Gracia que otorgo por Cada Sacramento, porque ellos manipulan incluso Mis Sacramentos? No, hijos, imposible. Jamás.

No Me podrán vencer jamás, jamás, jamás.»

NOTA: DIGO, A PROPÓSITO DE ESTAS LOCUCIONES, QUE A LOS QUE NO TIENEN CULPA DE ESOS CAMBIOS INDEBIDOS Y DESEAN RECIBIR A JESÚS, JESÚS NO LOS DEFRAUDA EN SUS DESEOS DE RECIBIRLE, PUES EL PRINCIPAL Y ETERNO CELEBRANTE ES EL SEÑOR Y AL SEÑOR NADIE LE VENCE.