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¿Marcharme de la Santa Misa?

Si alguien dijera: «Porque se nombra a cierto señor en la Misa, es tan importante este señor, que, si se nombra, yo no me quedo ya en la Misa».

¡¿Claro… ?!, ¡¿es tan importante un señor de la Tierra, un hombre, que nada es, como ninguno somos, en comparación de nuestro Señor Jesucristo…?!

¡Ah…, eso no viene de la Divina Sabiduría!: ¡El marcharse porque un hombre ha sido nombrado…!

¡Es tan importante…, se le da tanta importancia al ser humano…!

¿No sabes que se puede condenar también ese mismo que consideras tan importante o que tal vez, por el contrario, se pueda convertir aún, como cada uno de nosotros?

Porque nombrarle no es canonizarle, ni tampoco condenarle, es pedir por él, que en verdad sea UNO CON CRISTO Y SU CUERPO MÍSTICO.

La Plegaria Eucarística no dice que la Iglesia es UNA CON este señor, pues no usa el verbo ser, lo sobreentiende, pero no lo debemos entender en indicativo, sino en presente subjuntivo: se limita a pedir a Dios que la Iglesia «sea», de verdad, reconocedora algún día de que tal señor y los demás señores, servidores de la Iglesia, lo «sean» de verdad, «sean» transformados en una Sola y Divina Unidad con la Santa Madre Iglesia y puedan así salvarse.

¿Se vive la Santa Misa de cara a los hombres…?, ¿se vive la Santa Misa de cara a Dios, Trinidad, el Altísimo, el Único Dios Vivo y Verdadero?, ¿cómo vivo la Santa Misa…?

Estar preocupado el hombre del hombre mismo; y por el hombre mismo, ¿me marcho del Hijo del Hombre, que es El Que Es el Hijo Único del Padre?

Alguien dirá: «No, no te marchas de Cristo, te vas con Él en espíritu, pero Le dejas allí en Su Presencia real Eucarística, donde está con toda la Iglesia del Cielo, Purgatorio y los fieles de la Tierra».

Es como si dijéramos: El sacerdote es tan importante, es tan importante el instrumento que usa Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, que, aunque sea de la jerarquía que sea, de la altura que sea entre los hombres, ¿no tendrá que comparecer ante Dios? Y ¿por un reo voy yo a dejar al Eterno Juez?

¡Ah, qué tontería!, ¡que poco sabemos de las cosas de Dios…!

¡Qué poca inteligencia tenemos…!

No tenemos que extrañarnos, somos pecadores, somos personas humanas que aún podemos condenarnos en el infierno para siempre.

Y si alguien dijera: «No, no se trata de una persona humana cualquiera, se trata de alguien que se hace pasar por algo muy importante».

Sí, ese algo muy importante, aunque lo sea, aunque lo fuera, hermanos míos, ¿habrá algo tan importante como Cristo mismo?

Y por algo muy importante, sí, pero que no es el mismo Dios, ¿voy a dejar a Dios, me voy a marchar cuando baja al Altar, a pesar del calvario que le producimos, de la necedad con que nos comportamos?