P.A.X. V
No podemos prescindir del Apoyo Continuo de Nuestra Madre, la Inmaculada Concepción, que nos hace inmaculados.
Nada hace Dios sin Ella, porque así lo ha querido Dios desde Toda Su Eternidad y para Toda Su Eternidad, en Su Propia Esencia Divina, en Su Propio y Eterno Hoy, en Su Propio y Eterno Presente, sin principio ni fin.
Lucifer pretendió desconectarse de la Inmaculada Concepción. No quiso estar siendo para siempre necesariamente dependiente en todo de Ella.
El poder de crear -es decir, sacar de la nada a la existencia un ser- es exclusivo del Padre y del Hijo Único Jesucristo y del Espíritu Santo, o sea, del Único Dios Vivo y Verdadero, Trinidad Beatísima.
Dios no es Madre, sino Padre, porque jamás Dios Se ha manifestado como Madre, sino que en Él todo Es Dar y nunca Recepción, pues Él Es El Dador de todo bien.
Distinto es que, dentro del Seno de la Santísima Trinidad y no en relación con las criaturas, El Espíritu Santo Es el Amor Que El Padre Tiene a Su Hijo y Su Hijo tiene al Padre, recibiendo El Mismo Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, la Divinidad Misma del Padre y del Hijo.
Con respecto al Padre y al Hijo, El Espíritu Santo Es Recepción Total del Padre y del Hijo, por igual, pues procede del Padre y del Hijo como de Única Fuente o Principio sin principio ni fin y siendo Igual en Dignidad al Padre y al Hijo.
Con respecto a nosotras, las criaturas, Todo Dios, Trinidad Beatísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Es Padre:
El Eterno Padre, El Eterno Hijo, «Padre del Siglo Futuro», y El Espíritu Santo, «Padre de los Pobres».
Aunque Dios Mismo Se compara a una Madre, sin embargo sigue llamándose Padre y no Madre en Su Divina Revelación, no por lo que se refiere a lo masculino de lo creado, sino porque Dios, aunque se compare a una Madre, no quiere que se Le llame Madre, sino Padre, y no por el hombre varón, sino por Su Infinito y Divino Misterio, que no podemos penetrar ni alterar. Lo contrario es luchar contra Dios.
P.A.X. VI.
1. No soy Madre. Si lo fuera, os lo habría dicho Mi Hijo.
No Soy Padre como los hombres.
Es de otra manera.
Pero Soy Padre, no madre, os lo aseguro, aunque Me compare a la maternidad.
Respetad Nuestro Lenguaje, sed humildes y no os inventéis lo que Yo no he dicho.
2. Es cierto que no dependí, ni dependo ni dependeré jamás de ninguna creatura; pero NO HEMOS QUERIDO hacer nada sin Nuestra Santísima María, ni haremos jamás nada sin Ella, no por Ella Misma, sino porque así lo hemos querido, LIBRE Y GRATUITAMENTE, Yo y Mi Hijo Único Jesucristo y Nuestro Espíritu Santo.
Tampoco hemos querido libre y gratuitamente hacer ninguna pura criatura mayor que Ella, pues en Ella Hemos Querido Yo y Mi Hijo y Nuestro Espíritu Santo emplear, para toda la eternidad, Toda Nuestra Infinita Omnipotencia, Toda Nuestra Infinita Sabiduría, Todo Nuestro Infinito Amor y Todos Nuestros Infinitos Atributos que Son Infinitos en grandeza, Inefables, Inexhauribles, Inagotables.
P.A.X. VII.
Vos, Señor, no tomáis para Vos el Nombre de Padre por la criatura, sino porque Vos, ¡oh Dios Padre!, engendráis a Vuestro Verbo de manera infinitamente Paterna y no materna, aunque Vos lo poseéis todo en Vos.
Vuestro Único Hijo Jesucristo Se llama Padre porque engendra de Sí Mismo a Su Propio Cuerpo Místico, no al modo materno, sino paterno: al modo Tuyo, ¡oh Padre!
Y Vuestro Espíritu Santo Se llama Padre, porque engendra en Sí Mismo y de Sí Mismo a Vuestros hijos adoptivos, ángeles y seres humanos, no concibiendo sino generando o engendrando divina e inefablemente.
Nunca habéis querido elegir el vocablo «madre» para DAROS a conocer, aunque todo está en Vos, y poseéis de manera INFINITAMENTE SUPERIOR, DIVINA y DISTINTA las virtualidades paternas y maternas.