¡Oh Jesús Eucaristía, Divino Corazón!, Te adoro, ven a mi boca, no tardes, ven pronto Señor.
Que mi boca esté llena de Ti, llena de Tu Amor, llena de Tu Corazón, llena de las Llamas de Tu Divino Corazón.
Que mi boca sea boca llena de Tu Pureza, llena de Tu Santidad, llena de Tu Divinidad.
Ven, Corazón Divino, ven a mi boca, no tardes, ven.
Mientras llega el momento admirable de la Comunión Sacramental de Tu Corazón, de Tu Cuerpo, de Tu Sangre, de Tu Alma, de Todo Tu Ser Humano y de Tu Persona, Que Es Únicamente Divina, y de Tu Propia Divinidad, Señor, ven, ven, no tardes, ven, ven, no tardes, lléname más y más de Ti, pues todo lo puedes.
Ven, lléname aún más de Tu Padre y de Vuestro Espíritu Santo, junto Contigo, incesantemente, más, más y más.
De este modo, quiero consolar Tu Corazón Afligido. De este modo, quiero consolarTe por los que no tienen hambre y sed de recibirTe en la boca, que es lo más interior de nuestro propio exterior, y es la puerta por donde Tú quieres entrar, y no con nuestras manos, sino con Tus Propias Manos.
Ven, Jesús, que para esto quisiste el Orden Sacerdotal, para convertir las manos de Tus Ministros en Tuyas, gracias a este Sacramento del Orden, que has instituido.
Ven, Jesús, con Tus Propias Manos.
Mis Manos queden juntas, junto a mi corazón, al recibirTe.
Amén.