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Oración y Reflexión Eucarística

Señor nuestro Jesucristo, ¿Tú sigues bajando, Amor Eterno, a las manos de tus Sacerdotes cuando éstos pronuncian la fórmula que Tú has mandado de la Consagración Eucarística, con la intención de que Tú operes el Prodigio, a través de ellos, de convertir el pan en Tu Cuerpo y el vino en Tu Sangre?

Si es así, Señor, ¿quien se atrevería a marcharse de ese Instante Divino haciéndoTe Tú presente tal y como estás en el Cielo?

Por ese solo instante y por el poderTe acompañar en tu Presencia Real Eucarística, ¿quién no se aventuraría a acudir al Calvario?

El Calvario, Señor, está lleno de blasfemias. El Calvario, Señor está lleno de insultos a tu Divinidad. El Calvario, Señor, es un gran dolor que hemos de sufrir Contigo.

Y si el Calvario ahora se manifiesta también en los templos, y no sólo se hace presente tu Sacrificio, sino que hay una generación, una comunidad o una multitud que vive mal tu Presencia o no La cree, que abusa de la Presencia Eucarística, ¿nos vamos a ir, Señor, nos vamos a marchar de tu lado?

Es como ir al Calvario, y al ver la multitud que te abuchea, marcháramos, Señor.

Nos dirán: «No, no hacemos mal, sólo que tenemos otra manera de vivir el Santo Sacrificio de Cristo y Su Presencia Real».

Pues basta esto para que un puñado de personas, aunque fuese una sola, muestre otro modo de estar, otro modo de participar.

Y si ahora se hace consistir la participación en contestar, en hablar, pronunciando las contestaciones propias del ordenamiento litúrgico, una manera buena, para demostrar que no estamos de acuerdo con el modo con que se está viviendo el Santísimo Sacrificio de la Misa, es subrayar fuertemente el recogimiento interior y exterior, no hablar nada ni con relación a las contestaciones litúrgicas, no hacer lectura alguna desde el ambón, no aceptar jamás ser ministro de la Eucaristía, no buscar con la vista a nadie en el templo, permanecer junto a la cruz literalmente lo que nos enseña nuestra Madre: permanecer junto a la cruz en el Calvario, estar con Ella y con los santos y santas, y esto se nota, esto forma un grupo aparte, esto da a entender que no estamos allí por ningún ser humano, ni siquiera por el obispo, sino que estamos allí por Cristo, con Él y en Él, ofreciéndonos al Padre en el Espíritu Santo.

Y ¿cómo pensar que, mientras se diga válidamente la fórmula de la Consagración, Cristo ya no bajara a las manos del sacerdote a causa del tumulto blasfemo del Calvario, si cuando bajó a la tierra tuvo presentes todos estos sacrilegios y no Le importó para hacerSe Carne y sufrir todos estos malos tratos?

Palabras recibidas de Jesús sobre el modo de estar con Él en la Santa Misa del Novus Ordo

«Han rebajado Mis enemigos Mi Divina Grandeza en ese Calvario que es para Mí el acercamiento hacia Modos mundanos del «Nuevo Orden» de Mi Eterna Misa.

Sí, en el Calvario doy Mi Vida por vosotros, y en Él se oyen no sólo las voces blasfemas de aquellas horas infinitamente dolorosas, sino también las voces blasfemas de todos Mis demás Calvarios.

No por ello renuncié a bajar a la Tierra hecho Carne y Sangre infinitamente Santas.

Al contrario, a pesar del continuo Calvario que aún más Me duele de ver cómo desfavorecen Mis Propias y Divinas Ceremonias infinitamente absortas en Mi Padre y en Mí y en Nuestro Espíritu Santo, y cómo las vuelcan, muchas veces, en gran medida, hacia el gusto del mundo, del demonio y de la carne, Yo sin embargo bajo todavía a las manos de Mis Sacerdotes, pues no Me arredran las desvirtuaciones que en el «Nuevo Orden» se cometen.

En Mi Calvario, eran muchos de los escribas, fariseos, sacerdotes e incluso Sumos Sacerdotes los que conducían al pueblo hacia la incredulidad y contra Mí, pero Yo no huía, permanecía en la Cruz.

Así Me ocurre hoy cuando en el «Nuevo Orden» de la Misa, maltrecho en cierta medida por el espíritu mundano, permanezco en las manos de Mis Sacerdotes y en Mis Sagrarios, mientras aún consagran en Mi Persona, a pesar de todo.

Y, estando Yo aún, sufriendo lo indecible, por haber los hombres hecho posible que Mis Ceremonias queden rebajadas de la Sobrenatural Grandeza de estar de cara exclusivamente a Nos en todo, ¿os vais a marchar de Mis Mayores Calvarios, protestando vosotros, mientras Yo permanezco en estas celebraciones aún más malentendido y vilipendiado, en vez de reparar vosotros tales desmanes con vuestro ejemplo de Santidad junto a Mí, con Mi Madre, con San José, con los Santos y con los bienaventurados Ángeles? ¿Es que acaso se marchan Mi Madre y Sus Santos de Mi Presencia Real Eucarística por verMe maltratado por los hombres?

Al contrario: Mis Sacerdotes del Cielo y toda Mi Jerusalén Celestial bajan para reparar y consolarMe.

¡Venid con Ellos y como Ellos a consolarMe, permaneciendo Conmigo en Mis pruebas!»