P. Pesca de
A. Almas
C. Conyugadas
E. Equivocada-mente.
DICE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A SUS SACERDOTES
«Sacerdotes Míos: Ahora, cuando he puesto el cebo para pescar almas, con el fin de atraeros a vuestra humilde, casta y mansa caña de pescadores de hombres almas de todo, y, entre ellas, almas conyugadas equivocadamente, confesaos vosotros ante ellos, diciendo:
Yo, pecador, me confieso a Dios Todopoderoso, a la Bienaventurada siempre Virgen María, a Su Bienaventurado Esposo siempre Virgen San José, al Bienaventurado San Juan Bautista, a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los Santos y a vosotros, hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión, por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.
Por tanto, ruego a la Bienaventurada siempre Virgen María, a Su Bienaventurado y siempre Virgen Esposo San José, al Bienaventurado San Miguel Arcángel, al Bienaventurado San Juan Bautista, a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los Santos y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios Nuestro Señor. Amén.
Esta es la bendición que habéis de darles: el ejemplo de vuestra humilde, sincera y dolorida Confesión General y la llamada a la Católica Conversión que a todos y principalmente a vosotros os hago.
Quiero
Pacificaros, Aunaros, Convertiros en Eucarísticos
Pescadores de
Almas
Convertidas,
Ejemplares.
Quiero
Pacificar
Aunar,
Convertir a
Ellos y Ellas
En
Perfectos
Adoradores de la
Comunión
Eucarística,
En
Peticionarios de la
Absolución
Católica
Ejemplares.
Que los conyugados equivocadamente vengan a Mí, todos los que estáis cansados y agobiados y casados equivocadamente, y Yo os aliviaré. Debéis tomar sobre vosotros Mi Yugo, Mi Unión Sobrenatural con vosotros, porque Mi Yugo es Suave, Mi Unión Sobrenatural con vosotros es Santa, es Bella, es Luminosa, es Divina, es Vuestro Descanso, y Mi Carga, Mis Mandamientos, no os cargan sino que es Carga que os descarga de la pesadez de vuestros errores y pecados y os da la verdadera y eterna Alegría, y aprended de Mí, que Soy Manso y Humilde de corazón y hallaréis Descanso para vuestras almas.
Luego recitad con ellos la Confesión General que ante ellos recitasteis y pedidles que oren a Mi Divino Corazón y al de Mi Santísima Madre y San José, para que sean liberados del pesado y aterrador yugo de los pecados.
Esta sea vuestra manera de «DECIR BIEN» lo que tenéis que decir, para que las almas dejen el pecado, vivan Mi Gracia y Misericordia y puedan salvarse».