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Papal Aceptación de Consejos Eternos

P. Papa,
A. Acepta los
C. Consejos
E. Eternos.

Hijo mío: He sido Yo en mi Divina Providencia Quien, con Mi Padre y Nuestro Espíritu Santo, hemos hecho posible que tú estés en el más alto puesto de Mi iglesia. Nada se escapa a Nuestra Divina Providencia que es el Cuidado Infinitamente Amoroso con que sostenemos en el ser y conducimos a todas nuestras criaturas.

Bienaventurado tú que aceptes los Consejos Eternos Nuestros, que son invariables: Nuestros Consejos y Nuestros Preceptos.

RecíbeLos con inmenso amor, recibeLos en el Nombre Nuestro. RecíbeLos como Vicario Nuestro, como el que Nos representa a Mí y a Mi Padre y a Nuestro Espíritu Santo en el mundo de manera máxima. Así lo hemos querido, convirtiéndote en Sucesor de Pedro.

Por eso, hijo mío, da ejemplo de escucha. No de otros consejos, sino de los Nuestros. No de los consejos del mundo, sino de los Consejos de Mi Padre y Míos y de Nuestro Espíritu Santo. Asevera, afirma contundentemente Nuestra Propia Existencia. AfírmaLa delante de todos, y di a todos que Yo Soy El Que Soy Jesús Nazareno, el Único Dios Vivo y Verdadero con Mi Padre y el Espíritu Santo.

Acepta Nuestros Mandatos. Acepta Nuestros Consejos.

Te aconsejamos siempre en tu interior. Mas cuando alguien lo haga desde el exterior, pero en Mi Nombre, en el Nombre Mío y de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, queremos que aceptes tales Consejos y no los del mundo, no los del demonio, no los de la carne.

Te lo aseguramos: Solamente así usarás bien de tu Autoridad que todos han de respetar; pero nunca podrán obedecer una manipulación demoníaca de tu propia Autoridad, no permitas que nadie, ni el demonio, ni el mundo, ni la carne manipule tu Autoridad, que es sobrenatural.

No es sólo un poder que has recibido como todos los que tienen a su cargo naciones que regir, sino un Poder Sobrenatural para enseñar en Nuestro Nombre, santificar a las almas en Nuestro Nombre, y gobernarlas hacia nuestra Divina Presencia, para que nos posean eternamente en el Cielo, contemplándoNos cara a cara, por toda la eternidad.

No niegues, hijo mío, las Verdades de Nuestra Fe. ManifiéstaLas con alegría, con amor, con perseverancia, con contundencia, y premia a aquellos fieles, sean obispos, sacerdotes, diáconos, bautizados y confirmados, que declaran con su vida y con sus palabras, Nuestra Verdadera Doctrina.