1. Cuando una persona es consecuente con el dictado de la propia conciencia, sabiendo que dicha conciencia propia, siendo sincera, no le pide nunca el mal, sino el bien, nunca obrar mal, ni pensar mal, ni amar el mal, sino el bien, esa persona tiene buena voluntad; y, permaneciendo así, estará siempre siendo reconocedora de que Nuestro Señor Jesucristo Es la Verdad, El Bien Verdadero, y, dejando todo error y maldad, se adherirá a Él.
2. Cristo se manifiesta siempre a estas personas, a las personas de buena voluntad, pues aunque Él ama a todos, sin embargo no todos quieren reconocerLe como El Que Es Sin Defecto Ni mancha, el Verdadero Resplandor de Dios, Su Hijo Único y Eterno.
3. Dios que quiere dar Su Único Hijo a todos, sin embargo no todos quieren recibirLe como ÉL ES, Que Es El Único Dios con Su Padre y el Espíritu Santo.
Como dicen los Santos Ángeles que se aparecen a los pastores de Belén: «GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ EN LA TIERRA A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD».
Ellos no dijeron PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR, ni tampoco dijeron PAZ A LOS HOMBRES AMADOS DEL SEÑOR, porque Dios ama a todos, pero no todos tienen buena voluntad, no todos aman al Señor, no todos aceptan Su Divino Misterio de Ser Un Solo Dios Único en Tres Divinas Personas, PADRE, HIJO ÚNICO JESUCRISTO Y ESPÍRITU SANTO.
Por eso los Santos Ángeles dijeron:
«PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD».