Compartir

Primera Bienaventuranza

I.- «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos».

SÉ POBRE, ESPÍRITU HUMANO, POSEE SÓLO A DIOS TAL CUAL ES, SIN APEGARTE A TI MISMO NI A NADIE NI A NADA, SINO TAN SÓLO A DIOS

1. Sea tu espíritu, tu persona, pobre. No te apegues a nada, sólo a Dios.

2. Dios no carece de ninguna Perfección. No puede ser solitario. Es Padre de Su Único Hijo, Igual a Él.

3 El que ha dado a los hombres tener hijos, ¿no va a tener Su Propio Hijo?

4. Su Hijo Es Su Propio Verbo, el Conocimiento que Él tiene de Sí Mismo.

5. Ambos Se aman, y el Amor que Se tienen es el Espíritu Santo.

6. Por Ser el Hijo el Conocimiento del Padre, y por ser el Espíritu Santo el Amor Mutuo de Ambos, no son Tres Seres distintos, sino Un Solo Ser, Un Solo Dios, el Único Dios Verdadero.

7. Posee sólo a Dios, suspira por Él. DeséaLe.

8. Sé pobre, espíritu humano, no estés apegado a lo creado, sino a Dios, que es el Creador.

9. Apégate al Padre del Hijo, pidiéndoLe que te dé a conocer a Su Único Hijo, que es Jesucristo.

10. Apégate a Jesucristo, el Hijo Único del Padre, pidiéndoLe que te dé a conocer al Padre.

11. Apégate al Padre y al Hijo, pidiéndoLes que te den a conocer Su Mutuo Amor, el Espíritu Santo.

12. Apégate al Espíritu Santo, pidiéndoLe que te dé a conocer al Padre del Hijo.

13. Apégate al Espíritu Santo, pidiéndoLe que te dé a conocer al Hijo del Padre.

14. No te apegues a ti mismo, espíritu humano, sino a la Esencia de Dios.

15. No te apegues a los demás espíritus humanos, sino a Dios.

16. No te apegues a los espíritus angélicos, sino a Dios.

17. No te apegues a nada creado, sino a Dios.

18. No te apegues a la fraternidad, sino a Dios.

19. No te apegues a la paternidad creada, sino a Dios.

20. No te apegues a la maternidad, sino a Dios.

21. No te apegues a la naturaleza humana, sino a Dios.

22. No te apegues a la familia humana, sino a Dios.

23. No te apegues a nada creado, sino a Dios.

24. No te apegues al trabajo de tus manos, sino a Dios.

OREMOS

«PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, (es decir, en el Cielo, o sea, en la Gloria, y en la Tierra y en todas partes, por Esencia, por Potencia, por Presencia), SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA A NOSOTROS TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD, ASÍ EN LA TIERRA, COMO EN EL CIELO»

I. LA FRATERNIDAD ÚNICA DEL CIELO.

1. En el Cielo desaparecen las fraternidades según la naturaleza.

2. En el Cielo resplandece la Fraternidad según Nuestro Señor Jesucristo.

3. En el Cielo todos son Hermanos de Nuestro Señor Jesucristo.

4. En el Cielo están purificadas del todo las fraternidades que fueron obscurecidas de errores.

5. En el Cielo están totalmente purificadas todas las fraternidades que fueron manchadas de pecado.

6. En el Cielo todos son hermanos de los Santos Ángeles.

7. En el Cielo no hay nadie que no sea Hermano y Hermana de Nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

8. En el Cielo todos los ángeles y todas las personas humanas son Hijos del Eterno Padre.

9. En el Cielo todos tienen el mismo pensar y el mismo sentir.

10. En el Cielo todos están rebosantes del Espíritu Santo, Que Es El Amor Mutuo y Eterno del Padre y del Hijo Único del Padre, Jesucristo Nuestro Señor.

11. En el Cielo todos los ángeles y todas las personas humanas son Hijos de la Santísima Virgen María.

12. En el Cielo todos reconocen la Divina Paternidad Infinita y Eterna que Dios Padre, Hijo Jesucristo y Espíritu Santo, Uno en Esencia y Trino en Personas, tiene sobre todos los del Cielo.

13. En el Cielo no hay mal alguno.

14. En el Cielo no hay pecado ni defecto alguno.

15. En el Cielo, conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno, nadie está apegado a sí mismo o a sí misma ni a nada ni a nadie, sino Única y Exclusivamente a la Santísima Trinidad, al Único Dios Vivo y Verdadero, Que Es El Que Es Padre e Hijo Jesucristo y Espíritu Santo.

16. En el Cielo todos son hijos espirituales del Purísimo y Siempre Virgen San José.

17. En el Cielo todos se aman sin apegarse unos a otros, sino transcendiéndose a sí mismos y a todos, sin quedarse aprisionados ni en sí mismos, ni en unos, ni en otros, sino infinitamente Felices en el Amor Infinitamente Santo, Infinitamente Feliz, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

18. En el Cielo todos se aman a sí mismos y a los demás con total, absoluto y divino desprendimiento de sí mismos y de los demás y de todo lo demás.

19. En el Cielo todos se poseen mutuamente sin oprimirse, sino al modo como Se Aman y Se Poseen Cada Una de las Tres Divinas Personas.

20. En el Cielo sólo reina el Reinado del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

21. En el Cielo todos se alegran en todos, pues todos son tal y como Dios, TRINIDAD BEATÍSIMA, quiso que fueran para toda la eternidad.

22. En el Cielo todos contemplan cara a cara la Única y Eterna Esencia de Dios y Sus Propias Tres Divinas Personas, Que Son Infinitos Bienes en Grado Absolutamente Infinito, Divino y Eterno.

23. En el Cielo todos se comunican mutuamente por Dios, con Dios, en Dios y para Dios, y todos comunican entre sí, de igual manera, los bienes, dones, gracias y demás regalos recibidos de Dios para siempre.

24. En el Cielo reina la Infinita Honra y Gloria de Dios, Que Es La Infinita Felicidad, la Infinita Paz, la Infinita Seguridad, pletórica y divinamente más y más y más y para siempre, para siempre, para siempre; ESTANDO TODOS LOS DEL CIELO, PROTEGIDOS POR DIOS, Y SEPARADOS, TOTAL, abismal y eternamente, de todos los obradores del mal que se marcharon a sus falsas, manchadas y obscuras, tenebrosas, malignas y condenadas fraternidades, por todos los siglos de los siglos y por toda la eternidad, es decir, al lugar y al pestilente y horrible estado de todos los males sin mezcla de bien alguno, o sea, al Infierno.