P. Promover
A. Apostólica
C. Concentración
E. Espíritual.
P. Promovere
A. Apostólicam
C. Contentiónem
E. Eucharísticam.
P. Promover
A. Apostólica
C. Concentración
E. Eucarística.
La verdadera concentración del espíritu humano en sí mismo, por la introspección, nos recuerda la necesidad de unirnos a la Infinita y Eterna Introspección que el Eterno Verbo del Padre, Segunda Persona de la Santísima Trinidad tiene sobre Sí Mismo y sobre Su Propia Alma y sobre Su Propio Cuerpo; y participar de esta Introspección o Conocimiento Infinito y Eterno, Continuo, que el Verbo tiene de Su Propia Naturaleza Humana, lo mismo que de Su Propia Naturaleza Divina, pide a nosotros, que estamos siendo creados a imagen y semejanza de Cristo Mismo y del Padre y del Espíritu Santo, que usemos nuestra introspección para unirnos a la de Cristo, a la del Padre, a la del Espíritu Santo, por Su Divina Gracia y Misericordia.
Por eso decimos: «Promover la apostólica concentración espiritual» del espíritu personal humano en sí mismo y en su propia alma, o de la persona humana en sí misma, y en su alma y en su cuerpo, pero a imagen y semejanza de la Intronspección Divina que el Verbo, Que Es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, tiene acerca de Sí Mismo y de Su Propio Cuerpo y de Su Propia Alma y de Su Propia Divinidad, la Misma Divinidad del Padre y del Espíritu Santo.
De este modo, participamos igualmente de la Introspección o Conocimiento que el Padre tiene de Sí Mismo y de la introspección o Conocimiento igualmente infinito y eterno del Espíritu Santo en Sí Mismo.