1. «Hijos Míos muy queridos, Vicarios Míos:
Si pensáis que Yo os llamo a la Soledad Conmigo, que no sea abandonando vuestro Papado, que nadie ni vosotros mismos os podéis quitar; pues si os salváis, os salváis como Papas; pero si os condenáis, os condenáis también como Papas, y la condenación de un Papa es muy especialmente terrible, pues sus pecados producen para ellos mismos un infierno mayor, si de esos pecados, hasta de los más mínimos, no quisiera antes de morir recibir perdón Nuestro jamás, lo cual es lo mismo que no quererse arrepentir jamás de haberNos ofendido a Mí y a Mi Padre y a Nuestro Espíritu Santo.
2. ¿Qué ocurre si Yo os llamo a la Soledad Conmigo? Que no es que estéis desprovistos de la grave Obligación de Ser Cabeza Visible de Mi Iglesia, de Nuestra Única Iglesia, sino que esto llevaría a todos Nuestros Ministros, a Nuestras almas Consagradas y a Nuestros Fieles, a la Soledad Conmigo también.
3. Así haríais un gran bien y no escandalizaríais a Mi Pueblo, el Cual seguiría siendo alimentado por Vuestro Ejemplo y Palabra, más y más, preparándose a Mi Venida.
4. No sería por lo tanto un retiraros de vuestro perpetuo y grave deber de enseñar, santificar y gobernar a todos hacia el Cielo en Nuestro Divino Nombre y en Mi Persona, Que Es Únicamente Divina, sino UN ESTAR SIEMPRE RECOGIDOS EN MÍ, EN PERPETUO RETIRO ESPIRITUAL Y SOBRENATURAL, para, desde ese DIVINO RETIRO, sin el contagio del mundo, podáis, mientras viváis en la Tierra, y luego desde el Cielo, ejercer Vuestro Divino Ministerio, como es vuestro tan grave y dulce Deber Perpetuo.
5. Esto que os hablo el mundo lo odia, pues contraría por completo sus planes, pues es enemigo Mío, enemigo Nuestro.
6. Si tratarais de agradar al mundo, el mundo os destrozaría, pues no es sincero, es hipócrita, y sus gustos no son los Míos.
7. Si agradáis al mundo, Me desagradáis a Mí y a Mi Padre y a Nuestro Espíritu Santo.
8. Mi Padre y Yo y Nuestro Espíritu Santo Somos La Infinita, Eterna e Inmutable Verdad. No Nos desagradéis y salvaréis eternamente vuestras vidas y las de muchos.
9. Si, por el contrario, agradáis al mundo hasta el fin, desagradándoNos así a Mi Padre y a Mí y a Nuestro Espíritu Santo, perderéis eternamente vuestras vidas y las de muchos.
10. ¡Ay, hijos Míos, que habéis ocupado u ocupáis la Sede de Nuestro Apóstol Pedro, Padre Vuestro y de todos los Apóstoles y Sucesores Suyos, los Obispos! Cuánto bien podríais hacer si, bajando de vuestra cátedra, Me dejarais hablar a Mí por medio de vosotros.
11. Entonces, a pesar de la irregularidad de aparecer al mismo tiempo en la Tierra Dos Llamados Vicarios Míos, -como no puede haber más que un Papa en este mundo…-, tomaríais entonces la Resolución de hacer Penitencia, Oración y Sacrificio; siendo Vosotros solamente ya Una Sola Cabeza con Pedro Apóstol, Padre de los Apóstoles y con los demás Papas que se hayan salvado, teniendo así una SOLA VOZ CON VOSOTROS Y CON TODOS ELLOS:
MI VOZ.
12. Si cuidáis sólo de Mí, de Mi Honra y Gloria, Que Es la Misma Honra y Gloria de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo, sin importaros el criterio de Nuestro enemigo el mundo, que está sometido a los demonios y a la carne, entonces cuidáis verdaderamente de la Eterna Salvación de todos cuantos quieran salir del pecado, del mundo, del demonio y de la carne».