OBJECIÓN PRIMERA:
I. «Lo básico no es el sacramento del orden, es el del bautismo que nos hace participes, hay una corresponsabilidad básica del laicado».
REFUTACIÓN PRIMERA:
1. El Orden Sacerdotal es Cristo Cabeza, Sumo y Eterno Sacerdote, Dios y Hombre Verdadero, Persona únicamente Divina, actuando por medio del Ordenado con este Sacramento. Sin este Sacramento la Iglesia no puede subsistir.
2. Luego es sumamente básico el Orden Sacerdotal para que siga actuando Cristo, Cabeza y Pastor de Su Iglesia.
3. El Bautismo es necesario para vivir la Gracia de Dios, la Gracia Santificante, y llegar a la Eterna Salvación.
4. Pero el Sacramento del Orden Sacerdotal es el Sacramento que tiene el Divino Poder de comunicar la Gracia Santificante a las almas.
OBJECIÓN SEGUNDA:
II. «El pueblo de Dios tiene la infalibilidad en cuanto cree».
REFUTACIÓN SEGUNDA:
1. El Pueblo de Dios tiene a Cristo por Cabeza, El Cual, Persona Única y Exclusivamente Divina, Dios y Hombre Verdadero, el Unigénito del Padre, Igual al Padre y al Espíritu Santo, Es La Misma Infalibilidad Infinita y Eterna.
2. En la medida en que los integrantes del Verdadero Pueblo de Dios o Cuerpo Místico del Mismo Señor Nuestro Jesucristo, sean verdaderos fieles a Cristo, a imagen y semejanza de los Santos y Ángeles del Cielo, participan de Nuestro Señor Jesucristo la Verdad, la Vida Divina, pero no son personalmente infalibles.
3. Los Obispos tampoco han recibido el Don de la Infalibilidad, que consiste en no poderse engañar en materia de Fe Divina y Católica y en los Divinos y Absolutos Preceptos que Nuestro Señor Jesucristo, de consuno con Su Eterno Padre y con Su Mutuo y Eterno Amor, Que Es El Espíritu Santo, nos manda creer y cumplir.
4. Solamente el Papado, Máxima Plenitud del Sacramento del Orden Sacerdotal, lleva en sí el Divino Don de la INFALIBILIDAD, participado de Nuestro Señor Jesucristo y de Su Eterno Padre y de Su Mutuo Amor Infinito y Eterno, Que Es El Espíritu Santo, dependiendo de que el sujeto que se sienta en el Solio Pontificio de San Pedro Apóstol, Padre de los Apóstoles, piense, quiera y actúe con el Papado que Nuestro Señor Jesucristo, de consuno con Su Eterno Padre y con el Espíritu Santo haya querido directamente conferirle, habiendo sido debidamente elegido.
5. Por eso, si un Papa, consciente de que Cristo le hubiese dado directamente, previa la debida elección canónica, el Don del Papado, tiene la grave obligación moral ante Dios y Su Iglesia y ante toda la humanidad, de actuar como Papa, con la INFALIBILIDAD del Papado.
6. Si el que se sentare legítimamente en el Solio Pontificio de San Pedro Apóstol, Padre de los Apóstoles, como verdadero Romano Pontífice, actuase como Papa, sólo entonces el resto de la Jerarquía verdaderamente Católica tiene el grave deber moral de obedecerle, y, con ellos, el resto del Pueblo Fiel a Cristo, pues entonces infaliblemente iríamos por el Único e Inamovible, Eterno e Inefable y Único e Infalible Camino Que Es Nuestro Mismo Señor Jesucristo, el Hijo Único del Padre, Igual al Padre y al Espíritu Santo.
OBJECIÓN TERCERA:
III. «Lo que afecta a todos, debe ser tratado por todos» aunque no de igual manera, cada uno según su carisma y añadiría también, a su corresponsabilidad. Hay que implicarse y escuchar.
REFUTACIÓN TERCERA:
1. En el Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo no todos tienen el Deber ni el consecuente Divino Don del Orden Sacerdotal tan intrínsecamente necesario e imprescindible para poder regir, enseñar y santificar a los demás miembros místicos de Nuestro Señor Jesucristo; sino que este Sacrosanto Deber recae directamente sobre los miembros místicos Ordenados por Cristo con el Sacramento del Orden Sacerdotal, que representan verdadera y realmente a Su Divina Cabeza; aunque los demás miembros místicos de Nuestro Señor Jesucristo, impulsados por Él Mismo, pueden y deben pedir, responsable y caritativamente, a los Mismos Ministros de Nuestro Señor, que sean fieles a los inmutables, Divinos e Inalterables Deberes Exigidos por el Inmutable y Eterno Sacramento del Orden Sacerdotal.
OBJECIÓN CUARTA:
IV. «Hay que cambiar estructuras, hay que renovar…ser como los apóstoles, no ir a lo seguro».
REFUTACIÓN CUARTA:
1. Lo que hay que cambiar son los corazones, como los Santos Apóstoles.
2. Las Santas Estructuras Católicas han sido instrumentos de Nuestro Señor Jesucristo, muy importantes, sabias e inspiradas en la Divina Experiencia de la Unión Sobrenatural con la Santísima Trinidad, siguiendo Sus Divinas Indicaciones a lo largo del tiempo, en orden a la Salvación de las almas; pues si no se salvan las almas, todas sus personas y sus propios cuerpos se pierden eternamente en el infierno.
OBJECIÓN QUINTA:
V. El Papa insiste en el inmovilismo, hay que salir del «es que siempre se ha hecho así».
REFUTACIÓN QUINTA:
HAY QUE MOVERSE, PERO EL MOVIMIENTO QUE DIOS QUIERE ES ÉSTE:
1. Hay que salir del pecado, de las faltas, de las imperfecciones.
2. Hay que salir de las tinieblas, de la maldad, del error.
3. Hay que salir de la pereza, de la gula, de la envidia, de la avaricia, de la ira, de la soberbia, de la lujuria.
4. Hay que salir de la falsedad, de la hipocresía, del engaño, de la masonería, del comunismo, de la apostasía, de la herejía, del ateísmo, del satanismo, de la incredulidad, de la dureza de corazón.
5. PARA PODER ENTRAR en la Eterna Luz de Cristo y del Padre y del Espíritu Santo.
6. La Santa Madre Iglesia, la Libre, la del Cielo, así se lo ha estado enseñando siempre a la de la Tierra, y así se ha procurado siempre hacer en la Santa Madre Iglesia, en Sus miembros peregrinos o militantes de la Tierra.
7. Quien se separa de esta Divina Manera de actuar, que consiste en MOVERSE solamente a impulsos del Adorabilísimo e Infinitamente Santísimo Corazón De Nuestro Señor Jesucristo, se expone a quedar para siempre privado de la Eterna Visión, cara a cara, del Rostro de la Santísima Trinidad y reducido a las penas eternas del infierno.