POR QUÉ Y PARA QUÉ VAMOS AL TEMPLO CATÓLICO
P. Por y para
A. Amar al
C. Calvario
E. Eucarístico.
La manera de ir al templo católico debe ser siempre anti modernista.
Con esto queremos decir que hemos de ir al Calvario, no vamos a nada mundano, a nada agradable al hombre, ni a nada que pueda llamarse pariente del diablo.
Llegamos al Calvario cuando vamos al templo católico, a sufrir con Cristo.
Por eso, las actitudes han de ser siempre antimundo, antidemonio, anticarne, en el templo.
Aunque nos hablen, no debemos hablar.
Estamos en el Calvario, sobre todo en el momento de la Santa Misa.
Basta que los acólitos contesten al sacerdote.
Los fieles estén recogidos, contemplando a Cristo en la cruz.
Recogidos, nunca mejor dicho: recogidos en el Corazón Inmaculado de nuestra Santísima Madre y de San José, contemplando y reparando a nuestro Señor Jesucristo clavado en la cruz, hecho así presente en el altar y resucitado y glorioso, pero nada que ver con nosotros mismos, ni con nada, sino con Él, para pertrecharnos de las armas de la Luz, estando en el templo; y para que, cuando salgamos al hogar, a la plaza, al trabajo, a las partes del mundo que tuviéramos que ir por voluntad de Dios, seamos siempre totalmente de Jesucristo, totalmente del Señor: antimundanos, anticarnales y antidemonios, siendo fieles a nuestro Señor.
De este modo, nos tendrían que echar del templo, nunca nos iríamos del templo, porque estaríamos amparados por la Santísima Virgen María contra toda tentación que hubiese en el templo.
Las reglas son éstas:
No mirar, no oír, no hablar, no hacer nada por cuenta propia, recogidos, humildes, humillados en nuestro propio sitio, en nuestro propio banco, nada de distraernos con el que esté al lado, nada de nada: Solo Dios, estamos en el Calvario, estamos en el Calvario, estamos consolando a Jesucristo.
«Este es el modo de estar; y si los espíritus malignos os echan de los templos, que os echen, como está escrito: «Os echarán de las sinagogas», pero vosotros no os vayáis, no os vayáis, seguid en el Calvario Conmigo» –nos dice Jesús–.
«Y aún cuando Yo no baje al altar, porque no haya consagración, Yo estoy en el templo de una manera especial, aunque lo lleno todo, lo invado todo, lo penetro todo y lo trasciendo todo, y quiero que en el templo estéis y no os vayáis del templo por vuestra propia cuenta.
No comulguéis como quiere el infierno, sino en vuestras bocas y en profunda adoración y debida preparación. Quienes físicamente puedan arrodillarse para recibirMe, háganlo así. Si no pueden, el externo, digno, sincero y previo acto de adoración corporal, como una inclinación profunda».
Os tendrían que echar, os tendrían que echar, así se cumplirían las Escrituras, se cumplirían las palabras de Dios en vosotros, pero no porque os echen seréis menos templos, sino que seréis aún más asistidos por Dios como templos vivos suyos. Amén.