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Respuesta final a este escrito de un sacerdote

ME HAN PREGUNTADO VARIAS VECES SOBRE ESTE TEMA.

Voy a resumir en una frase mi opinion:

«A nadie se le debe negar la Comunión en la Boca porque así esta Canónicamente establecido. A nadie se puede criticar y demeritar porque la tome en la mano pues esta aprobado por la Iglesia.»

El que unos critiquen a otros por ambos motivos es equivocado y es condenable y solo ayuda aumentar la división de la Iglesia.

Me explico:

Voy a hablarlo no con mi opinión, sino con la opinión de la Iglesia. Opinión que desde el 1985 ningún Papa ha contradicho.

Les recuerdo que el Papa tiene el poder de «Atar y desatar» y lo que declara es de validez para toda la Iglesia. Ni la Virgen María, ni ningún santo, ni los ángeles tienen poder para contradecir lo que decide un sucesor de Pedro en materia de liturgia. Ellos (María, Los Santos, los Ángeles) son los obedientes, ellos no se guían por opiniones, ellos obedecen.

Yo personalmente prefiero comulgar en la boca y así lo recomiendo, pero no critico a quien lo hace de la otra forma pues lo hacen válidamente (nos guste o no).

Para los que andan con el argumento de que «no son dignos» les recuerdo que ni tu ni yo somos dignos de comulgar de ninguna forma y que es el Señor quien con su pasión y muerte nos dignifica.

A los que dicen que sus manos son «sucias» para comulgar, les recuerdo que el Apóstol Santiago (Y es Palabra de Dios) dice que el órgano más sucio del cuerpo es LA LENGUA.

Durante varios siglos la comunidad cristiana mantuvo con naturalidad la costumbre de recibir el Pan eucarístico en la mano. El más famoso de estos testimonios es el documento de san Cirilo de Jerusalén, en el siglo IV, que en sus Catequesis sobre la Eucaristía nos describe cómo se acercaban los cristianos a la comunión: «cuando te acerques a recibir el Cuerpo del Señor, no te acerques con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu derecha, donde se sentará el Rey. Con la cavidad de la mano recibe el Cuerpo de Cristo y responde Amén…»

En Roma la nueva modalidad de la comunión en la boca entró hacia el siglo X (Ordo Romanus X, del año 915). En conjunto, el nuevo rito de depositar la comunión en la boca fue una costumbre—y luego una norma—que respondía adecuadamente a la comprensión global del misterio eucarístico, y hay que considerar que sigue siendo un modo digno de celebrar el rito de la comunión, aunque no el único.

Recientemente, se refieren a este tema las Instrucciones Memoriale Domini (1969) e Immensae caritatis (1973), así como el Ritual de la Comunión (1973). En 1985, la Congregación para el Culto Divino emite una Notificación acerca de la comunión en la mano en la cual expresa que “la Santa Sede, a partir de 1969, aunque manteniendo en vigor para toda la Iglesia la manera tradicional de distribuir la Comunión, concede a las Conferencias Episcopales que lo pidan y con determinadas condiciones, la facultad de distribuir la Comunión dejando la hostia en la mano de los fieles”.

Luego de recordar las instrucciones antes citadas y el Ritual de la Comunión añade que “la Comunión en la mano debe manifestar, tanto como la Comunión recibida en la boca, el respeto a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por esto se insistirá, tal como lo hacían los Padres de la Iglesia, acerca de la nobleza que debe tener en sí el gesto del comulgante”. Finalmente, recuerda que “estas normas, así como las que se dan en los documentos de la Sede Apostólica citados más arriba, tienen como finalidad recordar el deber de respeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de recibir la comunión”.

Dice la Instruccion Redemptionis Sacramentum: (Aprobada por el Cardenal Arinze prefecto del Dicasterium de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum, escrita con la participación del Cardenal Ratzinger y por orden de Juan Pablo II)

[91.] En la distribución de la sagrada Comunión se debe recordar que «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos». Por consiguiente, cualquier bautizado católico, a quien el derecho no se lo prohiba, debe ser admitido a la sagrada Comunión. Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.

[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca, si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano.

Estoy harto de esta contienda ridícula de los que tiran para un lado y de los que tiran para el otro, para mí son los mismos. Son los que solo les importa imponer su opinión aun en detrimento de una Iglesia ya suficientemente dividida.

RESPUESTA:

No se trata de tirar para un lado o para otro. La condescendencia de los Jerarcas de la Iglesia para con los gustos de los hombres, sean de un signo o de otro, no cuenta, pues eso es lo que hay que corregir. Lo que La Santa Madre Iglesia quiere es que demos a Dios la mayor pleitesía posible en nuestro interior y en nuestro exterior, pues Dios Eucarístico Se merece eso y más, y Él ES EL QUE ESTÁ HARTO DE QUE SEAMOS NOSOTROS LOS QUE OBLIGUEMOS A LA JERARQUÍA A CONDESCENDER CON NUESTROS GUSTOS, SEAN DE UN SIGNO U OTRO, SINO QUE ÉL, DIOS EUCARÍSTICO, MANDA A LA JERARQUÍA Y A NOSOTROS QUE NO PONGAMOS POR DELANTE NINGUNO DE NUESTROS GUSTOS SINO EL SUYO, QUE ESTÁ INFINITAMENTE POR ENCIMA DE LOS NUESTROS, Y AL GUSTO DE DIOS EUCARÍSTICO ES AL QUE HA DE OBEDECER LA JERARQUÍA Y NOSOTROS.