Querido hijo, Pedro, Piedra Viva sobre la Cual Yo he edificado, sigo edificando y edificaré por siempre Mi Iglesia, Mi Templo Espiritual, Mi Cuerpo Místico, Mis Corderos, Mis Ovejas.
Tú reinas Conmigo y con Mi Padre y con Nuestro Espíritu Santo en el Cielo. No te hemos destronado. Tú Eres Mi Vicario, haces Mis Veces, te hemos dado el Pleno Poder Divino de Apacentar, de Nutrir, de Santificar, de Gobernar, de Dirigir a Toda Mi Grey, a Todo Nuestro Rebaño, a Toda Nuestra Única, Universal o Católica Iglesia, formada también por seres humanos de todos los pueblos, de todos los tiempos.
Bien sabes tú que tienes el grave deber de transmitirMe, de transmitir Mi Palabra, Mi Doctrina, Que Es Inmutable e Inagotable, a todos Mis Corderos, a Mis Obispos, a Mis Presbíteros, a Mis Diáconos, a todos Mis Clérigos.
Tienes el grave deber de transmitirMe, de transmitir Mi Palabra, Mi Enseñanza Que Es Infalible e Imperecedera, a todas Mis Ovejas, a Todos Mis Consagrados y Consagradas, a todos Mis Fieles Laicos y a Todas Mis Fieles Laicas.
Tienes el Dulcísimo Deber de ir a todas las ovejas que aún no son de Nuestro Redil para que oigan Mi Voz a través de ti y se unan a Mí, Que Soy El Que Soy El Rey Eterno y Universal, El Hijo Único del Padre, Un Solo y Único Dios con Mi Mismo y Eterno Padre y con Nuestro Mutuo y Eterno Amor, Que Es El Que Es Nuestro Espíritu Santo.
Hemos de ir a todas las almas, sean de las creencias que sean, pues los conocimientos que tienen acerca de lo divino son muy cortos y equivocados, no Me conocen, andan engañados por la antigua y mentirosa serpiente, andan a tientas buscando la felicidad sin encontrarla, y las almas que tienen BUENA VOLUNTAD suspiran por la Verdad, por la Verdad Completa.
Vamos, hijo Mío, a estas almas, para sacarlas de sus errores y de los horrores del maligno y traerlas a Mí, a Mi Divino Corazón, al Inmaculado Corazón de Mi Santísima Madre, la Siempre Virgen María, la Inmaculada Concepción, la Llena de Gracia, La Corredentora, la Abogada, la Medianera de todas Mis Gracias y Misericordias.
En ningún momento podrás dejar de AnunciarMe a todos los pueblos, a los jefes de las naciones, a sus súbditos; para que, convertidos a Mí, de todo corazón, puedan salvarse, evitando así la eterna perdición, la eterna condenación, las penas eternas del infierno.
Todo el mundo ha de saber que tú eres Mío, que no eres un jefe de este mundo, sino Mi Vicario para siempre, pleno de Mis Divinos Poderes para limpiar a las almas de todo pecado, librarlas de los espíritus malignos, llenarlas de Mi Divina Gracia; y han de saber todos que tú no Obras por tu cuenta, sino en Mi Persona, Que Es Únicamente Divina: La Segunda Persona de Nuestra Propia Santísima Trinidad.
Todo el mundo ha de saber que Yo te envío continuamente, pues tú vives Conmigo y Me conoces Tal y como Yo Soy, para que Me Anuncies Tal y Como Yo Soy, con toda claridad, a todos los pueblos.
Tú no puedes contaminarte con ninguna de las creencias de los seres humanos, pues has de comunicar, no creencias humanas y equivocadas, sino la Luz Divina de la Fe Que Yo Comunico A Través de Tu Sobrenatural Predicación y Acción Sacerdotal, como Máximo Representante y Comunicador Mío para toda la Tierra, para todos los Tiempos, para toda la Eternidad.
Todo el mundo ha de saber a través de ti y de los que tú y Yo enviamos, que no hay otra religión, que no hay otro modo de agradar a Dios más que creyendo viva y verdaderamente en Mí, Que Soy el Único Mesías, el Único Redentor, el Único Salvador anunciado por Nuestro Antiguo Testamento o Antigua Alianza, la Cual ha desaparecido y ha dado paso a la Perfecta y Definitiva Alianza de Dios con toda la humanidad, Sellada con Mi Divina Sangre.