Compartir

Unión Sobrenatural de Nuestro Señor Jesucristo con el alma que Le es fiel

«Estoy a la puerta llamando. Si alguno oye y Me abre, entraré a él y cenaré con él y él Conmigo» (Apocalipsis, 3, 20)

Estoy a tu puerta.

Te estoy amando tu alma.

Con un Amor Infinito y Eterno te he amado, para unirMe a ti, sin tener Yo, Tu Dios, necesidad alguna de ello, sino para que participes de Mi Ser Dios, el Único Dios Vivo y Verdadero en la Infinita Unidad de Mi Padre y de Nuestro Espíritu Santo.

Así he querido estar a tus puertas, a las puertas de tu alma:

ÁbreMe toda tu alma, ábreMe tus sentidos y potencias.

Yo te los llenaré de Mí.

Si tu «yo», o «espíritu» de tu alma, acepta Este Mi Divino Amor, tu alma se beneficia de Este Amor junto con tu correspondiente «yo o espíritu personal».

Así es como Yo, Tu Señor JESUCRISTO, amo a tu alma: uniéndoMe por Mi Divino Amor a tus puertas, a tu alma, a tu espíritu esencial.

Depende de que tu «yo» o tu «espíritu personal» de tu propia alma, acepte o no acepte ESTE MI PROPIO AMOR SOBRENATURAL, el que tú recibas o no recibas los FRUTOS DE MI DIVINO AMOR, LOS FRUTOS DE MI DIVINO QUERER, LOS FRUTOS DE MI DIVINA REDENCIÓN, LOS FRUTOS DE MI DIVINA SALVACIÓN, LOS FRUTOS DE MI DIVINA REVELACIÓN.

Si tú aceptas el Infinito Amor que tengo a tu alma, llamando a esta puerta tuya que es tu alma; y si, por estar Yo amándola infinitamente, con Mi Eterno Padre y con Nuestro Mutuo y Eterno Amor, Que Es Nuestro Espíritu Santo, consientes en abrirMe tu alma, entonces tú, siendo fiel a MI DIVINO, ETERNO E INFINITO AMOR con que te amo, recibes Mi Visita:

Yo entro a ti, a tu propio «yo», a tu propio espíritu personal, que es como la cabeza directora de tu alma, como la cabeza de tu misma alma o espíritu humano esencial: el alma tuya que forma contigo, con tu propio «yo o espíritu personal tuyo» un solo ser.

Entonces Yo entro a ti y ceno contigo y tú Conmigo.

ORACIÓN

Gracias, Señor.

Que mi propio «yo», mi propio espíritu personal -que forma un solo ser con mi alma- Te oiga siempre y Te abra siempre esta puerta mía que es mi alma, para que sólo TÚ entres a mí, con TU ETERNO PADRE Y VUESTRO ESPÍRITU SANTO, ahora y siempre y por todos los siglos de los siglos.

Esta Misma Gracia y Misericordia Te La pido también, humildemente, para todas las almas.

Amén.