Compartir

Yo no abandono a Mi Iglesia

Yo no abandono a Mi Iglesia, a Mi Única, pues sería como abandonarMe Yo a Mí Mismo, pues Es Mi Esposa.

Los traidores tratan de destruirNos, pero no podrán. Es sencillo para Mis Fieles reconocerMe. Yo Me muestro a ellos.

Los hombres tenéis sed de ser amados, pero lo esperáis de las criaturas y no de Mí. Las criaturas no pueden satisfacer vuestro amor, sólo Yo, en la Infinita Unidad de Mi Padre y de Nuestro Mutuo Amor, Que Es Nuestro Espíritu Santo.

«Los que Me reconocen y Me aman,
no quieren recibirMe,
sino de Mis Manos.

Por eso, Mis Apóstoles,
reconociéndoMe y amándoMe,
no quisieron recibirMe,
sino de Mis Manos.

Y Ellos hicieron luego,
lo que Yo hice con Ellos:

DAR MI CUERPO Y SANGRE ORDENANDO:
ABRID LA BOCA Y NO LAS MANOS».

Hubieron primeras comunidades cristianas, en diferentes lugares, en donde, por menos conocimiento acerca de la Divina Eucaristía, se estuvo comulgando en la mano erróneamente.

Pero la Santa Madre Iglesia fue poniendo orden, poco a poco, hasta que en el Concilio de Orange lo prohibió terminante y definitivamente.